Ella debería estar avergonzada. Por lo menos, debería estar completamente indignada, tan totalmente avergonzada de sí misma que no podía apartar la mirada, y huyendo con miedo de su virginidad en vías de extinción.
No debería estar allí de pie, con los ojos muy abiertos, sus sentidos tan aturdidos que no podía obligarse a mover, mientras miraba a su medio hermano, su medio hermano en el acto de lo que parecía ser una posición sexual muy complicada.
Un ménage.
Sabía cómo se llamaba. Sabía lo que implicaba. Sin embargo, Paige tenía que admitir, que no esperaba ver al objeto de sus propias fantasías involucrado con uno.
Reconoció al tercero, un primo de la familia Mustafa, Tariq. Sin embargo, toda su atención se centró en Abram Mustafa mientras yacía de espaldas sobre la cama, la mujer que estaba follando extendida sobre él, con los muslos a horcajadas sobre su cadera, la cabeza echada hacia atrás descansando contra el hombro del otro hombre detrás de ella .
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